Popol Vuh – Hosianna Mantra

 

Tras dos discos de experimentación, electrónica y yerbas varias, cuenta la leyenda que Florian Fricke tras el monumental In Den Gärten Pharaos entró al mundo de la religión, encontró que la electrónica era algo pocos menos que diabólico, y la dejó de lado. Leyenda o exageración, el hecho es que en este disco si la avandonó, aunque la retomase después. Desde luego el Hosiannas Mantra es un disco creado desde la espiritualidad, lleno de una magia etérea y delicada, considerado por muchos como el primer disco New Age. Recordemos que el disco del 72, así que no contiene nada de los clichés modernos del New Age, nada de pajaritos, ríos de fondo o muzaks, sino que nos habla desde la  belleza compositiva, sin exagerar, palabras como «bello» o «hermoso» recuperan todo su sentir original.

Pocos son los discos alemanes de a comienzos de los 70s que puedo escuchar en el trasnoche sin temor a los vecinos terminen llamando a los pacos, y el hecho es que se ha convertido en banda sonora favorita para cuando la ciudad duerme y es posible disfrutar algún momento de calma en el ajetreado quehacer nocturno, el día de mañana queda aún muy lejano y el ayer muy atrás, de los pocos momentos en los que pasado y futuro se quedan en segundo plano, y la sensación de paz y de perderte en la música con una maravillosa sensación de aislamiento cósmico del mundo no tiene precio, por supuesto el mañana llegará con sus sinsabores y alegrías pero cuando suena el Hossianas Mantras, te encuentras en  esos momentos de inmersión,  sólo centrado en el presente  y la sensación de bienestar.

 

Describir discos como este canción a canción se me antoja tarea imposible, desde el primer tema «Ah» muestra una belleza etérea y delicada, como encontrarte de repente en medio del pasillo el parque más hermoso y relajante que hayas visto nunca y pasear flotando en medio de cascadas de pianos y arpas celestiales, acompañados de guitarras atmosféricas que acarician como un susurro, y sentir una pureza casi espiritual que te hace sentirte en las nubes y olvidarte de todo, pero sin caer en lo ñoño o lo cursi (no como lo hago yo ahora) y huyendo de clichés y lo obvio, es un disco tan accesible y bonito como intrincado y rico en matices, que aún estoy descubriendo.

Para mí un disco que sencillamente transciende géneros y no hace falta estar interesado en la música alemana de los 70, ni los pioneros de la new age, ni la música instrumental, para rendirse a sus surcos, en el segundo tema por cierto, «Kyrie», canta la coreana Djong Yun de forma casi imperceptible, así como en casi todo el disco, pero de forma no intrusiva, como un instrumento más que acompaña las canciones con una sutilidad exquisita.

El tema homónimo de diez minutos es otro tema que me sumerge en el trance son sus influencias orientales, los coros imposiblemente bellos, la guitarra hipnótica y delicada que te acuna sin caer en lo obvio,… tal vez la mejor fusión de rock y «religión» que haya escuchado hasta la fecha. El resto del disco mantiene la combinación de sonidos de ambiente y espirituales, sin caer en efectismos, y logrando que para alguien tan «pop» como yo el sonido de una cantante coreana de suavísima voz semirecitando sonatas bajo un sutil acompañamiento de oboe, pianos, la citada guitarra delicada,… se convierta en uno de los momentos más esperados del día. Hasta me están dando ganas de volver a ir a la iglesia tras escuchar este disco.

Posteriormente muchos llevarían esta fórmula hacia lo banal quedándose sólo en la superficie, y perdiendo esa pureza, búsqueda y espiritualidad, pero si New Age equivalera a discos como este no estaría el término desprestigiado. Puede que en una primera impresión o si se escucha a una hora o atmósfera inadecuada (mejor no escucharlo en el auto), pueda parecer un disco demasiado blando o superficial o preciosista. Pero ya he perdido la cuenta de cuantas noches me ha llevado la paz y acunado antes de dormitar, y los problemas parecían menos problemas, …etc

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~ por fvguerino en diciembre 23, 2010.

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